Creo que amo la interpretación por el momento místico de expandirme, de abrir la puerta a lo que deseo, de buscar los límites y casi por accidente acabar contando lo que soy. Para mí es como un ritual sagrado y frágil que necesita ser compartido para poder salvarme.

He tardado varios años en estar convencido de esto. Me licencié en Arte Dramático en la ESAD de Valencia en el año 2006 y desde entonces pues “puro teatro”.

En aquella primera etapa Valenciana fui Macbeth, me asomé al Balcón de Genét, hice teatro de calle y también estuve en los mejores escenarios de la ciudad. Luego sentí que aquella etapa había terminado y me instalé en Madrid. Justo en aquel intervalo fundé mi propia compañía: “Armatoste Teatro” (2008). Necesitaba expresarme como creador y siempre me he sentido muy cerca del teatro físico y de objetos. Eso de contar tanto casi sin decir nada. Supongo que Tadeusz Kantor me había impresionado. Él dijo que buscaba algo entre el basurero y la eternidad; me gustó aquello.

Ahora Armatoste después de tres montajes, muchos escenarios y algunos premios se llama Producciones en El Nido. El Nido es un espacio de investigación artística que he construido en el campo. Allí sigo volcando mis deseos y a veces me acompañan artistas queridos y queridas que el camino me ha ido regalando.